
Os contaré algo que me pasó. Un día hace dos años se me rompió una quilla del retrofish, y me salí del agua, al llegar a la orilla de un febrero frio y revuelto, un compañero que no conocía de nada me dijo:
-Coge mi tabla, yo ya paso de meterme.
-Otro retrofish como el mio, pense.
Pocos andan con tablas raras de esas, en concreto una retrofish de Didac Montjuich Surfboards, gorda como un zollo y Burdeos y naranja, con dos quillones tremendos, y el tio me la dejaba, sin conocerme. Creo que los que usan tablas de esas son de esa naturaleza extraña. Ya me ha pasado algo parecido antes y creo que alguien que deja su tabla, y deja pasar olas para que otros las cojan, muestra al mundo que regalar una ola es sencillo.
Y haciendo esto demuestran mucho de lo que son. No voy a enaltecer lo que no lo merece, pero mis conocidos saben que soy muy agradecido a estas cosas y que tengo por amigos a aquellos que actúan así. Aun me queda mucho que aprender de ellos, yo soy un egoísta y un chupón.
El compañero que me dejó la tabla era Checa.
Ayer su padre me regaló una tabla metida en una funda, cuando la cogía sabía qué tabla era, la retrofish. El nudo en la garganta aun me dura. El día 2 de Noviembre a las 11 de la mañana vendrá conmigo, como la primera vez, en el mismo pico.